Relaciones que ayudan a bien

¡Invirtamos tiempo y esfuerzo en relacionarnos con quienes estaríamos dispuestos a unirnos en matrimonio!

El primer principio para buscar pareja que mencionamos puede salvarte de una desilusión. ¡No olvides que no es fácil ni divertido terminar una relación! Mi ex novia puso en práctica dicho principio y ambos nos beneficiamos por su decisión.
Si uno de los propósitos principales de vincularse con un joven o una chica es buscar un compañero matrimonial, es lógico que busques a personas que reúnan los requisitos ideales como candidatos para el matrimonio. Las probabilidades de que te cases con alguien a quien estás conociendo son altas. Por lo tanto, establece una norma al mantener un grupo reducido de candidatos, o candidatas, excluyendo a quienes no consideras como una pareja ideal.
¿Cómo podrás decidir entonces con quién salir y con quién no? Comienza preguntándote qué debes buscar en un compañero. Qué características deseas que tenga la persona con quien esperas pasar el resto de tu vida Si no has confeccionado dicha lista, debes comenzar a hacerlo.
Es recomendable que incluyas por lo menos dos categorías: las negociables y las innegociables. Podrías incluir otras más, aunque no es necesario. Pero las dos categorías mencionadas son indispensables. Si un candidato o candidata no posee uno de los atributos que consideras no negociables, descártalo.
No pierdas tiempo saliendo, o tratando, con alguien que no reúna las cualidades necesarias para casarse contigo.
Si estableces una relación con alguien que posee características innegociables, te estás exponiendo a un grave peligro. Corres el riesgo de enamorarte de alguien que con toda seguridad no te harás feliz en el matrimonio. Conozco personas que han hecho malas elecciones matrimoniales por haber comenzado un noviazgo con la persona equivocada, permitiendo que los sentimientos nublaran su capacidad de raciocinio. El método más seguro consiste en identificar las características que deseas ver en la persona con quien piensas casarte y evitar relacionarte sentimentalmente con quien no las tiene.
¿Qué deberás incluir en esa lista de características no negociables? Permíteme sugerirte dos: la vida espiritual y los valores.
Ante todo, tu vida espiritual. Si tú has consagrado tu vida a Jesucristo, debes casarse con alguien que también lo haya hecho. La Biblia dice: «No se unan ustedes en un mismo yugo con los que no creen. Porque ¿qué tienen en común la justicia y la injusticia? ¿O cómo puede la luz ser compañera de la oscuridad?» (2 Corintios 6: 14).
Pero en algunos casos esto no aplica porque a veces hay personas que estas destinadas a estar juntas y una es religiosa y la otra no, y la relación va bien incluso se cansan pero es muy pocos casos que sucede esto porque a veces la madre o el padre le pide a Dios por una personas buena y noble para su hijo o hija y Dios escucha y cumple. La espiritualidad es el aspecto más importante de la vida de un creyente. Si dos personas no comparten un determinado nivel de intimidad en el ámbito espiritual, ¿cómo podrán al canzar una intimidad genuina en otros aspectos de la vida? Si no se ponen de acuerdo en lo que es fundamental, ¿qué intimidad podrán llegar a desarrollar? Yo conozco a muchos que asisten solos a la iglesia por haberse casado con alguien que no comparte sus creencias. Quizá esta no sea un motivo de divorcio, pero sin duda es un factor que puede llegar a comprometer tu fe.
Algunos tratan de justificar el relacionarse sentimentalmente con alguien que no comparte su fe en Cristo, aduciendo que lo hacen para testificar y llevarlo a él o a ella al Señor. Muchos ciertamente logran su objetivo, pero la mayor parte fracasa miserablemente. De hecho, es más probable que en vez de convertir a la otra persona al cristianismo, termines comprometiendo tus creencias y valores. Relacionarte con alguien con el fin de convertirlo o convertirla no es una buena idea. Tú puedes testificar como un amigo, pero no debes comprometerte sentimentalmente con alguien que no comparta tu misma fe en Cristo.

Un poco más lejos
Llevemos lo anterior un poco más lejos. Si tú eres un devoto seguidor de Cristo, la persona con quien te cases no solo debe compartir esa actitud, también han de compartir prácticas religiosas comunes a las tuyas.
Por ejemplo, además de cristiano soy adventista del séptimo día. Es decir, asisto a la iglesia los sábados en lugar de los domingos. A muchos esto podrá parecerles de poca importancia, pero lo cierto es que podría convertirse en un verdadero escollo para un matrimonio que procure tener éxito. Si uno de los cónyuges asiste a la iglesia los domingos, y el otro los sábados, ambos asistirán solos a la iglesia.
Esta práctica para nada contribuye a un matrimonio estable.

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