El hombre más fuerte con la personalidad más débil

Es
muy probable que durante tu niñez hayas escuchado la historia de Sansón, aquel
famoso personaje bíblico. Quizá hasta soñaste con tener los "superpoderes" de
Sansón, el hombre más fuerte que ha existido.
Sin
embargo, tal vez ignoras que la causa de la desgracia de Sansón estuvo en no
tomar en cuenta los principios correctos que deben ser seguidos a la hora de
buscar el compañero o compañera ideal. (Puedes leer su historia completa en tu
Biblia, en el libro de los Jueces capítulos 13 al 16. Te va a encantar, pues es
tan interesante como una buena novela o una película de acción y amor, y además
es completamente real.)
En
su juventud Sansón eligió casarse con una mujer que no compartía las mismas
creencias religiosas que él. Cuando sus padres le reclamaron por esta decisión
el argumento que esgrimió para casarse con ella fue: «Esa es la que a mí me
gusta» (Jueces 14: 3).
Su
única ley fue que su pareja le «gustara». Según el esquema de Sansón lo único
que importa es que sea agradable a mis sentidos.
¿Cuál
fue el resultado de tan solo usar este criterio? Pues la misma noche la mujer lo
traicionó, Sansón la abandonó de inmediato, pero como esa era «la mujer que le
gustaba» (Jueces 14: 7) regresó por ella, sin embargo ya la mujer se había
casado con otro (Jueces 14: 20).
Que
tan solo te guste no es una buena razón para decidir casarte con una persona.
Pasó
el tiempo y Sansón «se enamoró de una mujer» llamada Dalila.
Esta,
al igual que la otra, no amaba ni respetaba al Dios de Sansón, así que también
lo traicionó. Su amor por ella lo llevó a la ruina moral y espiritual. Una mala
decisión en términos sentimentales lo encaminó a la puerta de la misma muerte.
El
hombre que tenía una gran fortaleza física era muy débil en sus relaciones
amorosas y en el dominio de sí mismo.
«Esa
es la que me gusta» o «estoy enamorado de él» no son razones suficientes para
elegir a tu cónyuge.
Aprende de la experiencia de Sansón.
Algunos
quizá decidan asistir ambos días a la iglesia, pero esto difícilmente durará
más de unos pocos meses. Otros decidirán respetar las prácticas religiosas de
su pareja y continuar con las suyas, pero esto tampoco es conveniente, ya que
pocas veces van a compartir sus experiencias de crecimiento espiritual. Mientras
que otros decidirán vivir en medio de una incómoda tregua en cuanto a los asuntos
religiosos, algo que llegará a ser muy frustrante.
Tal vez,
un matrimonio con diferentes creencias tendrá pocos conflictos al
principio. El verdadero problema surge cuando llegan los hijos. ¿A qué iglesia
los llevaremos? Si los cónyuges eligen asistir juntos a una de las iglesias,
uno de ellos puede sentirse resentido por la elección. Algunos optan por no asistir
a ninguna iglesia y esperar que los hijos escojan por sí mismos cuando sean
mayores. Sin embargo, las estadísticas demuestran que los hijos criados de esa
forma raramente llegan a asistir a las iglesias de sus padres. Lo común es que estén
tan confundidos, que eviten asistir a iglesia alguna al llegar a la edad
adulta.
Cuando un
matrimonio con diferentes creencias decide que los niños se críen en la iglesia
de uno de los padres, mientras el otro padre continúa yendo a la suya, los
exponen a un gran riesgo. Los estudios demuestran que los niños que asisten a la
iglesia con uno de sus padres corren un mayor riesgo de abandonar la iglesia
durante la adultez. El riesgo es mayor cuando asisten solos con la madre, y
un poco menor si lo hacen con el padre. Sin embargo, en ningún escenario hay
más probabilidades de que los niños continúen asistiendo a la iglesia al llegar
a la edad adulta que cuando ambos padres asisten juntos.
Cuando te
relacionas sentimentalmente con alguna persona que no comparte su fe en Cristo,
o cuyas prácticas religiosas son significativamente diferentes a las tuyas, estarás
arriesgándote enormemente. Mi consejo es que hagas de la fe en Cristo una
característica no negociable de tus relaciones presentes y futuras. Debes
escoger a alguien que sustente prácticas religiosas similares a las tuyas. Cuanto
más coincidencias tengan en los temas de fe, mayor será la posibilidad de
que disfruten de un matrimonio estable.

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