¿Dónde debes fijar la línea?

Yo no puedo definir eso por nadie, pero sí puedo compartir un principio general. Mi esposa Gayle y yo compartimos dicho principio con los jóvenes de la iglesia y su respuesta siempre ha sido muy positiva (soy pastor de una congregación y mi esposa desempeña un papel vital en mi ministerio, así que nuestros comentarios deben enmarcarse en ese contexto). Al tocar el tema de «cuánto es demasiado», les decimos: «Señoritas, cualquier parte de su cuerpo que sería incómodo mostrarle al pastor Mike, representa una parte que nadie debe ver ni tocar antes de que se casen. Caballeros, las partes de su cuerpo que les incomodaría mostrarle a la hermana Gayle, es algo que nadie debe ver o tocar antes de que se casen». Este es un principio general que a mi juicio se aplica a cualquier persona sin distinción de edad. Otra manera de ilustrarlo es con un traje de baño de una sola pieza. Cualquier parte del cuerpo feme nino que esté cubierta por un traje de baño modesto, de una sola pieza, no debe ser vista ni tocada por nadie con quien nos relacionemos, antes de casarnos con él. ¿En qué nos basamos para afirmar esto? Varios estudios sugieren que las relaciones sexuales, o una marcada actividad sexual antes del matrimonio, tendrán a la larga un impacto negativo en una relación matrimonial. Permítanme ilustrarlo: El Dr. Desmond Morris fue un psicólogo que realizó estudios sobre algo que él llamó «las etapas de la intimidad». En sus investigaciones identificó doce etapas. De ellas, las últimas cuatro a mi juicio, deberían reservarse para el matrimonio.
Las investigaciones del Dr. Morris revelan que cuando las parejas se adelantan en estas etapas, o no las observan en orden, están destinadas al fracaso.
Las mismas son: contemplarse, mi rarse a los ojos, hablarse, to marse de la mano, poner la mano en el hombro, poner la mano en la cintura, unir los rostros, acariciarse la cara, tocarse el cuerpo, besarse los pechos, tocarse más abajo de la cintura, relación sexual.
Algunas etapas como mirarse y hablarse en forma directa pueden ocurrir rápidamente. Contemplarse es simplemente ver a alguien y sentir agrado por lo que vemos. Mirarse a los ojos implica cierto reconocimiento mediante una mirada, afirmando que has establecido contacto con la otra persona. Hablarse tiene que ver con las primeras palabras que expresas. Lo primero que mi padre le dijo a mi madre fue: «¡Qué estupendo! » Claro, eso fue durante la década de los cuarenta. Aunque aparentemente funcionó, pues al momento de escribir estas líneas llevan más de cincuenta y cinco años de casados.
Tomarse de la mano representa un grado mayor de intimidad. Esto puede parecer inocente, pero no es apropiado que te tomes de la mano con alguien a quien no conoces bien. Yo me tomo de la mano de mi esposa, de mi hermana, e incluso de mi madre. Al tomarme de su mano expreso un nivel de intimidad que no tengo con otras personas.
La mano en el hombro y la mano en la cintura son expresiones más íntimas. Caballeros, si colocas la mano en la cintura de una dama que no conoces, ella se va a sentir incómoda por lo impropio de tu conducta. ¡Tal vez te increpe en forma airada, pues nadie te ha dado el derecho de poner tus manos en su cintura! Juntar los rostros se realiza cuando nos abrazamos y nos besamos. Ciertos tipos de abrazos son apropiados con las personas a quienes conoces; pero los abrazos íntimos de cara a cara y con besos, implican un grado de intimidad que no puedes tener con todo el mundo.
A muchos les sorprende que colocar una mano en la cabeza sea considerado más íntimo que juntar los rostros. Las dos etapas son igualmente íntimas, pero la verdad es que colocar tus manos en la cabeza de alguien es cruzar los límites de la intimidad. Todo lo demás en la lista del Dr. Morris debe reservarse para el matrimonio.
Las etapas de la intimidad son progresivas. Forzar estas etapas, o saltarlas para llegar a otras, es un error que puede tener un impacto negativo en el desarrollo de un noviazgo.

Llegar a una de las últimas cuatro etapas de la intimidad antes de casarte puede tener un efecto negativo en el matrimonio. Esto es verificable a través de las estadísticas sobre la cohabitación antes del matrimonio. Quienes viven bajo un mismo techo antes de casarse tienen una tasa de divorcio un 50% mayor que el resto de la población.13 ¿Por qué? El Dr. Morris sugiere que dichas personas aceleran las etapas de la intimidad y entran en las fases finales antes de unirte mediante el matrimonio. Es imperativo que decidas mantenerte puro sexualmente.

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