La mejor oportunidad para una reconciliación

Cuando cedes tu espacio a tu pareja, estarás abonando el terreno para una reconciliación que pueda ser necesaria en el futuro.
A muchos les cuesta creer esto, pero es la verdad. Al dejar en libertad a la persona que termina una relación para que se marche, tú estarás demostrando una fortaleza que te hará más atractivo o atractiva. Esto también servirá para hacerle saber a dicha persona cómo es la vida sin nosotros. Tal vez ese sea precisamente el argumento que lo motive a buscar una reconciliación.
Cierta vez, mientras asistía a la universidad, creí haber encontrado a la chica de mis sueños. Pensaba que estábamos hechos el uno para el otro y que nuestras vidas serían lo máximo. Me sentía tan ansioso de casarme con ella que no me di cuenta de la energía que estaba empleando para mantener vigente nuestra relación. Había colocado mis sentimientos por encima de la razón, exponiéndome a cometer un error garrafal.
Aquella joven fue más inteligente que yo, y decidió terminar nuestra relación. Para serles franco, ¡me abandonó! ¡Me botó! Aunque intentó decírmelo con palabras delicadas, las mismas me resultaron increíblemente dolorosas.
Pero acepté su decisión, y tomamos caminos separados.
A pesar de lo devastadora que fue para mí aquella experiencia, fue lo mejor que pudo suceder. Pensando ahora en frío, recuerdo que éramos poco compatibles, y que de haberme casado con ella habría sido necesario realizar un gran esfuerzo por ambas partes.
Tal vez hubiéramos quedado desprovistos de reservas emocionales, mentales y espirituales. Quizá hubiéramos evitado el divorcio, pero nuestra creatividad habría mermado, haciéndonos más difícil la vida. Yo tengo una deuda muy Libre grande con aquella chica. Ella fue lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que algo no marchaba bien, y lo suficientemente decidida como para tomar la decisión correcta con el fin de evitarnos un mayor dolor en el futuro.
Unos meses más tarde comencé a relacionarme con otra chica. Me sorprendió lo bien que lo pasábamos juntos y lo fácil que resultó nuestra relación de noviazgo. Cada encuentro era especial. Nunca llegamos a manipularnos sicológicamente, sino que éramos francos respecto a nuestras emociones y sentimientos. La relación floreció casi sin esfuerzos, y al poco tiempo le pedí que se casara conmigo.  ¡Ahora me encuentro Gayle y yo hemos estado felizmente casados durante más de treinta años!
Mi matrimonio con Gayle ha sido tan maravilloso y sencillo como lo fue en su momento relacionarme con ella y conocerla.

A pesar de que la vida no ha dejado de presentarnos dificultades, los problemas entre nosotros han sido menores y han podido solucionarse sin mayor esfuerzo.

Si la relación o noviazgo no nos parece fácil ni agradable,
¡démosle fin!

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